¿Cómo obtienen las serpientes su alimento?

   Universo animal | reptiles | serpientes | Puesto que no tienen garras, las serpientes necesitan ser rápidas y astutas para cazar lo que comen. Algunas rastrean a su presa mediante el olfato y otras con la vista. Se deslizan tras la caza sin hacer ningún ruido, o bien permanecen ab­solutamente quietas hasta que un animalito se les acerca. Mientras espera a su presa, la serpiente afloja sus anillos. Cuando el animal se acerca lo suficiente, la serpiente alza rá­pidamente la parte delantera del cuerpo y apresa con los dien­tes. A eso se le llama "acometer". Generalmente, la cule­bra acomete con suma rapidez.
   Algunas serpientes obtienen todo el alimento que necesitan acometiendo y sujetando firmemente a su presa entre las mandíbulas. Otras, aseguran su sustento recurriendo, además, a ciertas mañas.
Las hay que enrollan su cuerpo en torno de su víctima, a la que sujetan así hasta que pueden comérsela.
También las hay que primero sujetan bien al animal en­tre las mandíbulas, luego se enrollan en su víctima, dándole varias vueltas y empiezan a apretar. Mientras más lucha el animal, más aprieta la serpiente, hasta que al fin, la presa mue­re asfixiada. Las serpientes que se enrollan en torno de lo que cazan se llaman "constrictoras" y la forma en que aprietan se llama "constricción".
   Otras serpientes tienen un recurso distinto para matar a su presa. Le inyectan un veneno que producen unas glán­dulas que tienen en la cabeza. Ese veneno va por pequeños conductos desde las glándulas hasta los colmillos. Los col­millos de las serpientes venenosas fueron formándose de lo que en un principio eran sólo dientes grandes. Poco a poco, a través de varios miles de años, esos colmillos se volvieron más largos que los dientes. En el instante mismo en que los colmi­llos penetran la carne de la víctima, los músculos de las glán­dulas venenosas se contraen rápidamente, inyectando así a la presa un chorro de veneno, que la inmoviliza.
   Algunas culebras tienen los colmillos en la parte posterior de las mandíbulas, con pequeños surcos en la superficie, por los que fluye el veneno. Esas serpientes tie­nen que empujar al animal que han apre­sado hasta la comisura de las mandíbulas, para poder envenenarlo. Las serpientes con colmillos posteriores no tienen suficiente veneno como para hacer daño al hombre.
   Otras serpientes tienen colmillos al frente. Esos colmillos son huecos, con un agujerito cerca de la punta, por donde flu­ye el veneno. Son como las agujas que usan los médicos para inyectar.
   Ciertas culebras, llamadas víboras, tie­nen colmillos tan largos que necesitan do­blarlos hacia adentro cuando no los usan. Esos colmillos crecen sobre huesos movi­bles. Cuando la víbora tiene la boca cerra­da, los huesos empujan hacia atrás a los col­millos, que quedan cubiertos por capas de tejidos. Cuando la víbora abre la boca, los huesos se mueven y los colmillos quedan en posición de ataque.